“…Siempre
sentí que con los niños había una atracción mutua y hoy siento una gran alegría
de poder estar junto a ellos en mi labor diaria. Mientras los ayudo a descubrir
sus talentos me voy conociendo a mí mismo.
¿Se dieron
cuenta de lo que pasa cuando aparece un bebé? Es sorprendente observar cómo se
modifica el ambiente con su sola presencia. Es increíble descubrir que un ser
totalmente dependiente que no puede hablar ni trasladarse por sí mismo tenga
tanto poder. Cuando nos acercamos a él enseguida comenzamos a sonreír, a hacer
caritas, a despertar nuestro niño interno. Su pureza y su luz tan a flor de
piel nos enciende el corazón con solo cruzarnos una mirada.
Después de
tantos años de trabajar con padres e hijos me llego el momento a mí. Hace dos
años y medio nació la que es, hasta ahora, mi única hija y el aprendizaje no
para. Ahora llevo el espejo frente a mí veinticuatro horas al día, los
trescientos sesenta y cinco días del año.
- Papito no me tres el agüita que me
siento mal. (¿Acaso necesito que me duela algo para no sentir culpa al pedir un
favor?)
- Papito, No te vayas, no me dejes
solita. (¿Tendré miedo de que me abandonen?)
Es cierto,
mi hija me espeja, me encandila con su luz justo en las zonas más sombrías de
mi existencia. Ella me invita a crecer, a madurar, a sanar mi historia con solo
prestar atención a lo que me está mostrando.
La llegada
de mi hija me movilizó ya desde la gestación. Cuando mi mujer quedó embarazada
ambos estábamos convencidos de que esperábamos un varón, pero el resultado de
la ecografía del quinto mes confirmó que sería una nena.
Dos días después
mi esposa me preguntó si me daba cuenta de cómo había cambiado mi actitud y la
manera de relacionarme con su panza desde el momento en que nos enteramos que
sería una nena.
- ¿Te diste cuenta como besas la
panza? ¿Te fijaste como le hablas? Te siento más dulce, más relajado.
Es cierto,
hasta ese entonces no me había dado cuenta cuan presionado me sentía ante la
llegada de un varón. Era llamativa la diferencia. ¿Una relación conflictiva con
mi padre tal vez? Mi hija ya me confrontaba con mi historia y ni siquiera había
nacido.
Hace unos días
legue a la casa muy preocupado. Mi hija me abrazó fuerte y no quería despegarse
de mí.
Yo quería disimular
mi estado de ánimo, me senté en el suelo y comencé a jugar con ella hasta que
me dijo:
- Papito, te escucho el corazón!
Cómo
ocultarle algo a un ser tan sensible tan receptivo, tan despierto.
Ella me
presta sus ojos para que vea el mundo a través de ella, con más colores, con
una nueva esperanza...”
(Eduardo Melamud)
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