Muchos trabajamos por algo que nos apasiona: por la Infancia
(pero no respetamos a los adultos), por el Parto Respetado (pero no soportamos
a los niños), por los Animales (pero no toleramos a la especie humana y yendo
más allá ni siquiera logran muchos defensores de animales soportar a los niños)
y así vamos, trabajamos por el respeto hacia unos pero excluimos a otros.
Queramos verlo o no, miremos hacia el otro lado o no, la
violencia hacia cualquier especie, el violentar cualquier acto de la vida
(desde el nacimiento, la infancia de los niños, la violencia psicológica hacia
las personas), todo tiene su origen en la infancia, en la manera como fuimos
tratados y es erróneo querer perpetuar la crueldad en el trato que se le da a
los niños que serán los futuros adultos que estarán al frente de la sociedad.
Si no soportamos a los niños, si no les damos calor de hogar,
si no les tenemos paciencia, si no les enseñamos con buenos ejemplos, ¿de donde
queremos que aprendan a respetar si no han sido respetados?, ¿cómo queremos que
traten bien a los demás, a los animales, a las plantas si ellos han sido
irrespetados?
Un niño que ha crecido dentro de un entorno amable dará al
mundo y a si mismo el respeto, suavidad y amabilidad que ha recibido, no puede
ser de otra manera porque sencillamente damos lo que recibimos y no podemos dar
aquello que no conocemos.
Los niños son almas limpias, actúan según sus emociones, de
nosotros aprenden a gestionar los problemas. Por otra parte, criar a un niño
con respeto no nos exime de tener problemas cotidianos, pero si nos da la
certeza que con el tiempo ellos interiorizan en buen trato recibido y saben que
eso es lo normal y no darán ni pedirán menos para ellos.
En este convulsionado mundo donde todos creemos tener la
razón y nos peleamos para ser escuchados, no deberíamos pasar por alto que
estamos sembrando en nuestros niños la manera como ellos actuarán en un futuro,
para bien o para mal.
Janeth Ivimas
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