lunes, 13 de abril de 2015

¿Y tú?... ¿Eres Malcriado?




Mamás, Papás, ¿Recuerdan cuando estaban esperando su bebé, los “consejos” que recibían?

Casi todos apuntaban a no “mal acostumbrar”  a los bebés a nuestros brazos por el altísimo riesgo que esos seres con promedio de 3,5 kilos y 50 centímetros pasaran a tomar el timón del mando en el hogar.

Nuestros padres, abuelos y generaciones atrás sin tener claro donde empezó la debacle emocional “anti-niños” se cuidaron siempre de no “mal criar”  y así se abstenían de cargar mucho a los bebés, de no dar “exceso” de abrazos, mimos, caricias o cualquier demostración de afecto “en exceso”. 

La crianza casi era limitada a dar de comer, asear , proveer un techo y necesidades básicas.
Pero ¿y el amor?   ¿Y los mimos?  ¿Los abrazos?, el hacer sentir bien a los niños, ¿la protección en medio de la noche cuando todos los fantasmas quieren salir del armario?

 NO, los bebés debían aprender a dormir sin molestar toda la noche y llegar a ser “niños fuertes”, no depender emocionalmente de sus padres y/o cuidadores , estos  necesitaban “espacio íntimo”   de día y noche, cada quien en su lugar en casa y “todos felices”. 

Los niños casi siempre quedan al cuidado de personas que tampoco prodigan mimos, abrazos ni cariño, so pena de “malcriar” cuando malcriar es criar mal, con golpes, gritos, indiferencia, castigos, humillaciones y des-amor.

Y así criamos y siguen creciendo los niños, en una cadena de desamparo emocional con el único fin de no hacer “mal-criados” a los niños y observamos hoy día el nefasto resultado de criar acostumbrando a los niños a  no necesitar el cobijo de sus padres, a no “molestar” y a ser autónomos cuando aún no están preparados para ello.

Observemos a nuestro  alrededor, ¿vemos buenos resultados en esta manera de criar acostumbrando a los niños desde pequeños a no molestar? 

Empecemos por nosotros, por observar dentro de uno mismo y dime:
¿Eres malcriado?
¿Tu parte emocional está equilibrada?
¿Qué herencia emocional queremos dejar a nuestros niños?

Con la mano en el corazón es más fácil encontrar respuestas verdaderas y no cargadas de falsos mitos que tanto daño han hecho a otras generaciones, estamos a tiempo.

Por Janeth Ivimas

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