Mamás, Papás, ¿Recuerdan cuando
estaban esperando su bebé, los “consejos” que recibían?
Casi todos apuntaban a no “mal
acostumbrar” a los bebés a nuestros
brazos por el altísimo riesgo que esos seres con promedio de 3,5 kilos y 50
centímetros pasaran a tomar el timón del mando en el hogar.
Nuestros padres, abuelos y
generaciones atrás sin tener claro donde empezó la debacle emocional
“anti-niños” se cuidaron siempre de no “mal criar” y así se abstenían de cargar mucho a los
bebés, de no dar “exceso” de abrazos, mimos, caricias o cualquier demostración
de afecto “en exceso”.
La crianza casi era limitada a
dar de comer, asear , proveer un techo y necesidades básicas.
Pero ¿y el amor? ¿Y los mimos? ¿Los abrazos?, el hacer sentir bien a los
niños, ¿la protección en medio de la noche cuando todos los fantasmas quieren
salir del armario?
NO,
los bebés debían aprender a dormir sin molestar toda la noche y llegar a ser
“niños fuertes”, no depender emocionalmente de sus padres y/o cuidadores ,
estos necesitaban “espacio íntimo” de día y noche, cada quien en su lugar en
casa y “todos felices”.
Los niños casi siempre quedan al cuidado de personas
que tampoco prodigan mimos, abrazos ni cariño, so pena de “malcriar” cuando
malcriar es criar mal, con golpes, gritos, indiferencia, castigos,
humillaciones y des-amor.
Y así criamos y siguen creciendo
los niños, en una cadena de desamparo emocional con el único fin de no hacer
“mal-criados” a los niños y observamos hoy día el nefasto resultado de criar
acostumbrando a los niños a no necesitar
el cobijo de sus padres, a no “molestar” y a ser autónomos
cuando aún no están preparados para ello.
Observemos a nuestro alrededor, ¿vemos buenos resultados en esta
manera de criar acostumbrando a los niños desde pequeños a no molestar?
Empecemos por nosotros, por
observar dentro de uno mismo y dime:
¿Eres malcriado?
¿Tu parte emocional está equilibrada?
¿Qué herencia emocional queremos dejar a nuestros niños?
Con la mano en el corazón es más
fácil encontrar respuestas verdaderas y no cargadas de falsos mitos que tanto
daño han hecho a otras generaciones, estamos a tiempo.
Por Janeth Ivimas
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