Hoy me he
despertado sobresaltado a las cinco menos diez.
He visto medio en
sombras las siluetas de mis hijos cada uno en su cama. Pero al ir a tocarlos,
me he dado cuenta que no estaban, que sólo eran sus colchas, con las que se
empiezan a tapar este mes de agosto por las noches, cuando parece
"refrescar" (si, mis hijos son frioleros, jajajaja).
Creía que estaban
conmigo esta noche, pero no, estaban pasando su último día en casa de su madre.
Me levanté de la
cama y vi el resto de la casa. Sin ellos.
Y me di cuenta de
lo poco que he aprovechado el tiempo cuando ellos no han estado.
Me he dado cuenta
que he dejado de cocinar "solo para mi".
Me he dado cuenta
que apenas he limpiado nuestra casa durante todos estos días.
Me he dado cuenta
de que me he limitado a ver pasar el tiempo mientras llegaba la hora y el día
de volver a recogerles.
Me he dado cuenta
que no soy capaz de vivir sin ellos.
Me he dado cuenta
que mi vida tiene poco sentido sino va encaminada por y hacia ellos.
No me
malinterpretéis. Me alegro que estén con su madre. Después de un montón de años
de hacer las cosas rematadamente mal, me alegro que por lo menos no sigamos
mirando hacia atrás y regodeándonos en el rencor y en la frustración de épocas
pasadas, y que mis hijos puedan disfrutar de su madre de una manera
"normal" (todo lo normal que los hijos pueden vivir la relación con
sus padres cuando éstos están separados).
Pero me he dado
cuenta de que pese a todo lo que me quejo, pese al trabajo que supone criar a
dos hijos en circunstancias un tanto especiales, no sólo merece la pena y mucho
el intentar acompañarles en sus vidas las 24h del día, sino que llega a
convertirse en el "leit motiv" de mi vida, hasta tal punto que no se
"vivir sin mis hijos".....
Añoro pasar más
tiempo a solas y dedicarme de vez en cuando a mi mismo.
Añoro no tener
una pareja a mi lado con la que compartir algo más que conversaciones y temas
sobre niños.
Pero también
añoro todo el tiempo, cada segundo, que no paso con mis hijos, porque he dejado
de saber en que invertir mi tiempo cuando ellos no están.
Por suerte,
quedan pocas horas para recogerles y poder irnos de vacaciones.
Y ver amanecer y
empezar cada nuevo día, intentando olvidar el anterior y siguiendo buscando la
manera de convertir ese nuevo día en el día más especial de sus vidas.
Me encanta cuando
sin preguntarles, mi hijo me dice al final del día, "hoy me lo he pasado
genial". Me llena de orgullo y satisfacción.
Eso es ahora
mismo lo que echo de menos.
El poder decir yo
también "hoy me lo he pasado genial".......
Victor, padre de dos soles.
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