
En algunos locales exhiben carteles de forma discriminatoria: “No Se Permiten Niños”, no me permito hacer la odiosa comparación con los carteles de “No Se Permiten Animales”, porque estarìa segregando tambièn. Escucho amigas quejarse del estrés que supone realizar con sus niños viajes largos en aviòn, o quedarse en un hotel y que el pequeño llore, de la ansiedad de tener que tranquilizar a un niño so pena de ser victima de la inquisición moderna de un grupo de “adultos” que no soportan una voz/grito infantil. Pero….en este mundo anti-niños, nadie o pocas personas alzan la voz ante un vecino escandaloso que no deja dormir a altas horas de la noche o ante un grupo de “ciudadanos libres en todo su derecho” cuando en algún sitio publico vociferan de tal manera que es prácticamente imposible escuchar a tu interlocutor.
¿¿Que està pasando que los niños han perdido espacio??

¿Màs nunca la infancia va a ser vista como esa hermosa etapa de total despreocupación, donde nos sabemos merecedores del amor total del mundo?
Se habla tan tranquilamente de la “nalgada a tiempo”, del ya casi clásico “rincón de pensar”, las madres entramos en la lucha de “el mìo al año ya no usaba pañales”, “al mìo lo dejo con cualquiera, y no llora”. Pues mi nena a sus 4 añitos aùn usaba pañales y de 1 y 2 años no se quedaba con cualquiera, miren que le he tenido que “vender” a la vecina que me la cuidaba para que se quedara con ella y poder asistir como Doula a los partos.
Para mi tranquilidad, ella es calmada, la puedo llevar conmigo a donde quiera y siempre me va “dejar bien”…suena hasta còmico, y hasta me “abre las puertas” para que me atiendan màs ràpido y mejor a los sitios donde vamos…... O es por mi belleza…..o es por la de ella……. :))
No nos dejemos subyugar por quien pretende hacernos “recapacitar” sobre nuestra amorosa y respetuosa manera de llevar a nuestros pequeños.
No crean, a mi me ha tocado mi parte en este mundo a todas luces anti-niños, siempre trato de llevarlo con humor, porque para que me pongo al mismo nivel de mi atacante, si en 5 minutos no voy hacerle entender que mi hija podía llorar por tener hambre, frìo, calor, sueño, sed, fastidio …..o cualquier cosa que la “naturaleza adulta” no va entender, porque esa capacidad de colocarnos 1 minuto en el zapato del prójimo la hemos perdido en el camino, y nuestro niño herido sigue reclamando a viva voz que quiere ser amado, pero yo no tengo tiempo de detenerme a darle un abrazo, porque debo atender a mi hija, para que mañana no sea “dedo acusador” de un dèbil niño víctima de la circunstancia, ademàs mi abrazo puede ser visto con connotaciones equivocadas…. :))
No es fácil, pero SÌ podemos elegir el camino del respeto y consideración para con los pequeños, ellos aprenden de nosotros, siguen nuestros pasos, somos sus primeros maestros.
Nuestra hija acaba de cumplir 5 años, y de verdad es un nena muy cariñosa y empática, a su edad entiende mucho y es más fácil el día a día. No heredemos a nuestrosos hijos aquellas prácticas que sólo logran amargar la infancia y crianza de la familia. Hoy día hay excelente información que va de la mano con el respeto hacia los niños. Por favor consideremos a nuestros hijos como seres únicos y respetemos sus tiempos y necesidades. Les aseguro que un día empezarán a sorprenderles y les devolverán todo el amor, tiempos y cuidados que les han dado y el cansancio irá dando paso a una relación más fluida y equilibrada.Tenganles mucha paciencia, el amor no daña a nadie, menos a un niño. Denles sus brazos cuando tengan berrinches, pongan palabras a sus rabietas, despues de los tres años van entendiendo mejor y luego les sorprenderán cuando sus hijos los consuelen como ustedes han hecho con ellos, mi nena nos pasa las manos, nos acaricia y nos dice que todo va estar bien. Que son 3 años de paciencia frente a todo lo que tienen por delante? A mí me lo decían y era incrédula hasta que ella empezó a devolver una a una las caricias nuestras.
Ya lo dice mi pediatra favorito, el Doctor español Carlos Gonzàlez:
"Los días más felices de nuestra infancia son aquellos en que nuestros padres (o nuestros abuelos, hermanos o amigos) nos hicieron felices. Incluso cuando nos parece que nos hizo feliz un tren eléctrico, si miramos mejor siempre hay personas detrás: los padres que nos lo entregaron con una sonrisa o con un elogio....
Miramos a nuestros hijos y nos preguntamos qué día, qué frase, qué aventura quedarán grabadas en su memoria para siempre; qué dolores quedarán clavados en su alma y qué alegrías guardará como un tesoro.
Los días más felices de su hijo están por venir. Dependen de usted".