
No Toques
No Hagas
No te ensucies………..bla…….bla……….bla………..
Llega un momento que pierde su real significado en el mundo de prohibiciones que tenemos los adultos “por el bien” del niño. A mi parecer el “bien” de un niño es explorar con sus manitos àvidas de un mundo nuevo que se abre para èl. Es obligación de sus padres y cuidadores hacer del espacio donde se desenvuelve el pequeño un lugar seguro y agradable.

En mi humilde experiencia me dió màs resultado tener la casa “a prueba de niños” desde el mismo instante que aprendiò a gatear y no hubo necesidad de andar detrás de ella prohibiendo a cada instante y acabando sus ganas de aprender explorando. Ahora cuando saliamos a sitios públicos o casas de otras personas, si era necesario sòlo con explicar una o dos veces el porquè no se podia tocar algo, ante la mirada atònita de los adultos, mi hija desde el 1er añito “hacía caso”la mayorìa de las veces. Hay que hacer un balance, saber sì los “No” son necesarios. Debemos llevarle a sitios donde ellos puedan ser libres de tocar, un parque o àreas verdes es lo ideal.
Si hay que decirles no, explicar, si no entiende, concentrarse en el “problema” y no en el niño, para que decir “eres un desobediente” si ellos sòlo estan aprendiendo. Dejemos de tener expectativas tan altas en torno a su comportamiento, mientras màs pequeños son menos saben de consecuencias y leyes sociales, a medida que crecen se adaptan los lìmites.
Respetarlos no significa dejarlos hacer “lo que les da la gana”, se puede disciplinar enseñando con buenos ejemplos, dándoles opciones de acuerdo a la edad, no darle cuenta sòlo de sus “malas acciones”, sino de las buenas tambièn. Al orientarlos debemos tener en cuenta la edad y saber que todos los niños son y actúan diferente y lo que va para uno no va para el otro.
No andemos vigilando a nuestros hijos con un constante no en nuestra boca, dejèmosle aprender, tocar, explorar en medio de un hogar seguro, en el parque o àrea de juegos no demos instrucciones, si se quiere subir al revès en un juguete, pues que se suba al revès y no pasa nada. Crecen tan ràpido que en menos de lo que queremos nuestra casa volverá a la “normalidad”, y serán adultos en busca de su camino. En mi caso extrañaré el tambor de juguete en medio de la sala, el camioncito atravesado en la cocina y el abrir mi cartera y encontrarme un muñeco entre mis cosas personales, y ya ni hablar de la comida “de mentira” que me da de sus manitos directo a mi boca.