Esto pienso cada vez que alguien aprueba o desaprueba que Mariana sepa esto o aquello a su edad, dos años, dos meses.
Normalmente, me preguntan si Mariana hace alguna cosa (habla,
toma teta, cuenta números, comparte, dejó los pañales) e inmediatamente me
preguntan su edad. Antes que digan nada ya se cuál es la intención: determinar
si está adaptada al ritmo de los demás niños de su edad.
Si mi hija no hace alguna cosa que ya debería haber hecho,
asumen dos cosas:
1.- Que yo no la estimulo. Y es verdad, no quiero invertir mi
tiempo en motivarla para que esté al ritmo de los demás. La vida es corta así
que hay que disfrutar cada etapa como venga, bueno, eso pienso yo.
2.- Que Mariana sufre algún retraso o patología por lo que
hay que llevarla con un especialista. Pues, me presento, "mucho gusto, mi
nombre es Louisiana Panagua. No me preocupan los "retrasos" de
aprendizaje que "pueda" tener mi hija en comparación con la
media.
Eso sucede porque yo misma no soy una mamá de "la
media". Soy una mamá rara. Prefiero invertir mi tiempo en sanar mis
heridas de la infancia y de vida (que todos tenemos aunque no lo queramos reconocer)
para enseñarle a Mariana un mejor patrón conductual del que me dejaron mis
padres (a quienes amo porque hicieron lo mejor que pudieron con las
herramientas que tenían). Como estoy llena de defectos y conflictos
emocionales, y Mariana va aprendiendo TODO lo que me ve hacer, quiero invertir
mi tiempo en cambiar yo para que ella aprenda de mis cambios.
Por otro lado, personalmente no me gusta que me presionen,
siempre lo he considerado una forma de violencia, por eso no me gusta
presionarla. Claro, también está la motivación, pero desde mi punto de vista,
la motivación que viene desde la percepción del adulto, desfigura el ritmo del
niño. Entonces, trato de respetar su ritmo, que sea su propio interés el que la
motive a aprender cosas nuevas, que reconozca sus propias limitaciones para que
las use como trampolín para conquistar nuevas habilidades.
Tenemos un largo camino por delante. A mi me toca explorarme
interiormente porque quiero corregir lo que le proyecto (con todo y mis metidas
de pata). En esta misma medida no le sirvo a Mariana de sombra, sino de luz, no
para guiarla sino para acompañarla en su propio camino hasta que ella quiera.
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