A medida que padres y educadores preocupados han tomado conciencia de los peligros del castigo físico, el Tiempo Fuera ha emergido como una herramienta de disciplina muy popular. A los niños que se portan mal, se les manda a sentarse quietos en una silla o ir a sus habitaciones para calmarse y pensar sobre lo que han hecho. Después de un periodo de tiempo, se les permite volver al grupo o unirse a la familia, siempre que se comporten "de manera apropiada". El periodo de tiempo designado es normalmente de un minuto por cada año de edad, y los niños que abandonan la silla o la habitación antes de que el tiempo termine son mandados de vuelta por el periodo de tiempo completo otra vez. Algunos libros recomiendan una norma adicional de silencio, y sugieren que el periodo de tiempo se repita si se rompe el silencio. En cualquier caso, a los padres que usan este método se les prometen rápidos y fáciles resultados.
El Tiempo Fuera proviene del movimiento conductista basado en el trabajo del psicólogo B. F. Skinner. Su teoría del condicionamiento operante afirma que los niños se comportarán de determinada manera si reciben premios por hacerlo ("refuerzo positivo"), y que el comportamiento no deseado puede ser reducido retirando premios o provocando dolor (ambos son calificados "castigo"). Skinner mismo creía que todas las formas de castigo eran medios inapropiados para controlar el comportamiento de los niños.1 Aún así, mientras pegar está disminuyendo en los Estados Unidos y en otros paises, la retirada de amor y la atención perdura como un medio aceptable de control.
Bajo la superficie
Usar Tiempo Fuera parece menos perjudicial que pegar, dar una paliza, o gritar, porque no involucra abuso físico o verbal. Por lo tanto se piensa que representa algún grado de progreso en nuestra continua lucha por hacer de este mundo un sitio mejor para los niños. Según muchos educadores y psicólogos, sin embargo, el Tiempo Fuera no es tan inocente como parece y es, además, una manera de disciplinar a los niños emocionalmente perjudicial. De hecho, la Asociación Nacional para la Educación en la Infancia (National Association for the Education of Young Children) incluye el uso del Tiempo Fuera en una lista de medidas disciplinarias perjudiciales, junto con el castigo físico, criticar, culpar, y avergonzar. 2
Bajo la superficie, el Tiempo Fuera es un enfoque autoritario y, como tal, puede funcionar sólo entre niños entrenados para cumplir con el poder y la autoridad de los adultos. Los niños entrenados para conformarse ante tales medidas saben que las consecuencias de desobedecer son peores que las de seguir los mandatos. Los niños que no han sido criados en un ambiente autoritario lo más probable es que se nieguen a ir a otra habitación o a sentarse en una silla.
¿Cómo aprende un niño las consecuencias de la desobediencia? Los partidarios del Tiempo Fuera aconsejan a los padres la retirada de todos los privilegios como la TV, juguetes, música, etc., hasta que se haya conseguido la conformidad del niño. Siempre está la amenaza de la privación o de mayores penalizaciones. En algunas familias puede haber incluso una amenaza tácita de violencia. Aunque el método parece bastante inocente, requiere de una historia pasada de autoritarismo punitivo que hace a los niños lo suficientemente dóciles como para obedecer.
Los partidarios afirman que el Tiempo Fuera no es una forma de castigo. Usan terminología como "consecuencias", "tiempo de renovación", o "periodo de inactividad" para hacer que este enfoque suene benévolo. Lamentablemente, esta terminología no amenazante ha llevado a los padres a pensar que este enfoque es inofensivo.
Desde el punto de vista de un niño, el Tiempo Fuera es sin duda experimentado como castigo. ¿Quién quiere ser aislado del grupo y ser totalmente ignorado? Es bastante probable que los niños vean esta forma de aislamiento como abandono y pérdida del amor. Y mientras los padres tienen a menudo la precaución de proporcionar reafirmación de su amor y de distinguir entre el niño y el comportamiento indisciplinado ("Te quiero, pero necesitas ir a tu habitación cinco minutos porque lo que has hecho es inaceptable"), sus acciones hablan mucho más alto que sus palabras.
Los niños menores de siete años simplemente no tienen la capacidad de procesar palabras de la misma forma que lo hacen los adultos.3 La experiencia concreta y las percepciones de la realidad producen un impacto mucho más fuerte que el lenguaje. Ser aislado e ignorado es interpretado como "Nadie quiere estar conmigo ahora mismo. Por lo tanto debo de ser malo e incapaz de inspirar amor", y ninguna palabra amorosa, por bien intencionada que sea, puede invalidar ese sentimiento de rechazo.
Nada es más aterrador para un niño que la retirada de amor. Junto con el miedo aparece la inseguridad, ansiedad, confusión, rabia, resentimiento y baja autoestima. El Tiempo Fuera puede también causar vergüenza y humillación, especialmente cuando se usa en presencia de otros niños. En el mundo de la experiencia del niño, el tiempo fuera es absolutamente punitivo.
Los sentimientos dolorosos son una consideración; la información que se comunica acerca de las relaciones es otra. ¿Qué mensaje estamos dando a nuestros hijos al demostrarles que el amor y la atención son mercancías para repartir o retener con el propósito de controlar a otros? ¿Es esta una habilidad de resolución de conflictos que será útil para ellos? ¿Cómo influirá en su habilidad para interactuar con amigos, y algún día con un cónyuge o compañero de trabajo? ¿No sería mejor enseñar a los niños habilidades de resolución de conflictos útiles desde el principio, más que mandar el mensaje de que la única manera de solucionar conflictos es cortar la comunicación?
Aunque el problema con el Tiempo Fuera es en gran parte invisible, un aspecto es manifiestamente obvio: en cierto momento deja de funcionar. Los partidarios de este enfoque admiten que es efectivo sólo hasta la edad de nueve años. ¿Puedes imaginarte diciéndole a un adolescente, que puede ser más alto que tú, que se siente en una silla mientras le ignoras? Los adolescentes que tienen algún sentido de su propia autoestima se reirán ante semejante orden. La versión para adolescentes del Tiempo Fuera es la práctica de castigar a los adolescentes no dejándoles salir los fines de semana o por las noches. Pero este método sólo lleva al resentimiento, la resistencia y el engaño.
De hecho, cualquier método basado en el poder y el autoritarismo deberá ser finalmente abandonado, simplemente porque los padres dejan de tener poder.4 Los padres de adolescentes se enfrentan a una serie de dificultades totalmente nuevas cuando sus métodos de control de "probada eficacia" resultan completamente ineficaces. Los padres que adoptan métodos no autoritarios desde el principio, por otra parte, son capaces de prevenir las luchas de poder, así como los problemas de disciplina que tan a menudo aparecen en la adolescencia.
Consecuencias Escondidas
El uso del Tiempo Fuera conduce a multitud de problemas escondidos. Uno de ellos, cuando imponemos un Tiempo Fuera a niños que están llorando o enfurecidos, les damos el mensaje de que no les queremos a nuestro alrededor cuando están disgustados. Con la certeza de que no les escucharemos, pronto podrían dejar de acudir a nosotros con sus problemas.
Más aún, esos niños pueden aprender a suprimir sus sentimientos, especialmente si insistimos en el Tiempo Fuera en silencio. ¿Hemos olvidado que llorar y rabiar son mecanismos sanos de liberación de la tensión que ayudan a aliviar la tristeza y la frustración?5, 6, 7 ¿Hemos ignorado la investigación que demuestra que las hormonas del estrés son excretadas a través de las lágrimas, y que de ese modo posiblemente se reducen los efectos del estrés y se restaura el balance químico del cuerpo?8 Enseñando a nuestros niños a suprimir sus lágrimas, estaremos en realidad aumentando su susceptibilidad a una variedad de desequilibrios emocionales y físicos. La psicoterapeuta suiza Dr. Alice Miller sostiene que una de las cosas más devastadoras que le hacemos a los niños es negarles la libertad para expresar su rabia y sufrimiento.9
Un problema adicional es que el uso del Tiempo Fuera no trata la causa subyacente del "comportamiento inapropiado". Los niños actúan de maneras específicas por buenas razones, aunque pueden no ser conscientes de ello. La mayor parte del comportamiento no deseado puede ser explicado por uno de estos tres factores: el niño está tratando de satisfacer una necesidad legítima, le falta información o es demasiado joven para comprender, o se siente disgustado (frustrado, triste, asustado, confundido, celoso, o inseguro). Cuando tratamos de cambiar el comportamiento sin tratar esos sentimientos y necesidades, no ayudamos a nuestros niños en absoluto. ¿Por qué? Porque el problema subyacente todavía estará ahí. Enseñar a los niños a cumplir con nuestros deseos no resuelve los problemas más profundos.
Por ejemplo, los hermanos que son separados y mandados a sus habitaciones repetidamente cuando pelean pueden aprender al final a dejar de pelear delante de sus padres. Sus sentimientos no resueltos de celos y odio, sin embargo, pueden ser expresados en formas mas enrevesadas, o pueden cargar con su resentimiento hasta la edad adulta. Reducir los síntomas de un problema no soluciona el problema.
Los padres han sido llevados a creer que los niños usarán el Tiempo Fuera para pensar acerca de lo que hicieron y recuperar algún atisbo de autocontrol. En realidad, cuando los niños se portan de manera inapropiada, con agresividad, o de manera odiosa, están a menudo albergando sentimientos reprimidos tan fuertes que son incapaces de pensar con claridad acerca de sus acciones. Mucho más útil que el aislamiento es la escucha atenta de alguien que pueda fomentar la expresión de sentimientos sinceros. El sano alivio que proporciona hablar, llorar, o rabiar puede incluso prevenir la recurrencia de un comportamiento no deseado.
Abrazar a los niños que golpean o muerden es mucho más efectivo que aislarles. Un abrazo firme pero con amor crea seguridad y calidez mientras protege a otros niños de hacerse daño. También invita a la expresión de sentimientos genuinos (a través del llanto y la rabieta) mientras se asegura al niño de la indestructibilidad del vínculo padre-hijo.10Es paradójico, pero cierto8 los niños necesitan más amor y atención cuando menos se lo merecen. Decirle a un niño violento que se siente quieto rara vez logra algo constructivo y sólo contribuye a aumentar la represión de la rabia y sentimientos de alienación.
No es necesario aislar a los niños y retener nuestro amor para enseñarles como comportarse bien. De hecho, es totalmente posible ayudar a los niños a aprender a ser cooperativos y miembros decentes de la sociedad sin usar nunca castigos, premios, o consecuencias artificiales de ninguna clase. Ningún método rápido y fácil resolverá todos los conflictos. En su lugar, necesitamos tratar cada situación como el único desafío que es, y tratar de ser flexibles y creativos, al mismo tiempo que damos a nuestros niños el amor y respeto que merecen.
Tomado de: Aletha Solter
No hay comentarios:
Publicar un comentario