jueves, 30 de mayo de 2013
Entrevista a Laura Gutman.
“Todos somos adultos reclamando a mamá"
IMA SANCHÍS - 08/05/2007
49 años. Nací y vivo en Buenos Aires. Tengo dos hijos de mi primer matrimonio, mi marido tiene tres y hay uno en común. Soy directora de Crianza, una institución que es una escuela de capacitación profesional y un lugar de asistencia para madres y padres. Creo en el ser esencial que hay dentro de cada uno de nosotros
- ¿Cuál es la parte oscura de la maternidad?
- Cuando fuimos bebés, nuestra madre nos acunó más o menos, se dedicó a nosotros o nos abandonó más o menos. Esa vivencia olvidada de amparo o desamparo está en nuestro inconsciente y aflora, sin que nosotros seamos conscientes, cuando nace nuestro hijo.
- ¿Y lo amamos pero nos agobiamos?
- La dificultad que tienen las madres está más relacionada con esas manifestaciones del niño análogas a nuestro mundo sombrío que con la dificultad real de los cuidados.
- Los niños a veces te sacan de quicio.
- Hoy las mujeres tenemos puesta la identidad en el mundo del trabajo, de la realización personal y la autonomía; y la maternidad es todo lo contrario, nos quita toda autonomía y toda libertad personal. Esa contradicción nos produce un gran sufrimiento.
- ¿Eso es así hasta cuándo?
- Un bebé depende absolutamente de un adulto, incluso para moverse, durante 9 meses. Pero en realidad la dependencia es para siempre, porque cuanto más abandonado emocionalmente ha estado un niño, más requerirá y más desesperado estará de llenarse de mamá. De hecho, todos somos adultos reclamando lo que no obtuvimos.
- ¿Hasta qué punto?
- Nos pasamos la vida tratando de obtener lo que no obtuvimos en nuestra infancia ejerciendo violencia activa, pasiva y agarrándonos a adicciones que no son más que la desesperada necesidad de llenarnos de mamá y que hemos desplazado al tabaco, el alcohol, el dinero, las drogas, el trabajo, la violencia.
- ¿Cómo solucionarlo?
- Hay que saber qué clase de niños somos, cuán carentes estamos y cuánta importancia seguimos dando a nuestras propias necesidades, esas que entran en conflicto con las del niño y que nos hacen desear que se porte como un adulto. Desde la propia carencia instituimos todo el arco teórico con respecto a lo que el niño debe y no debe ser.
- Los padres se preocupan cada vez más de sus hijos y los hijos cada vez demandan más.
- Nuestras abuelas tenían puesta la identidad en la maternidad y no sufrían esa lucha interna. Hoy las demandas genuinas del niño entran en guerra con nuestras propias necesidades e intereses personales. Desde ese lugar pareciera que demandan más, pero en realidad tienen muy poca mamá.
- Pues mala solución tiene.
- La solución es revisar qué estamos ofreciendo de verdad y qué no y, en la medida en que nos damos cuenta de nuestras propias carencias, ver cómo podemos solucionar las del niño. La ciudad y la familia nuclear - papá, mamá e hijo- es el peor sistema para criar un niño, las mujeres no tenemos las espaldas cubiertas para hacerlo.
- ¿A qué se refiere?
- Pedimos demasiado a los varones, que son personas tan carenciadas como nosotras. No tenemos familia extendida, tribu, aldea, pueblo, que tradicionalmente se repartían esas demandas de los niños.
- ¿Entonces?
- Debemos inventar nuevas redes de mujeres, y la figura de la doula es para mí la profesión del futuro. La doula, que sabe de esa parte oscura, acompaña a la mujer durante el parto y también durante el puerperio.
- Eso son sólo cuarenta días.
- El tiempo de fusión emocional entre la madre y el niño es de dos años. Durante ese tiempo las madres se vuelven más torpes en el terreno intelectual y mental pero ganan lucidez emocional, aparecen las vivencias que tuvimos en nuestra infancia, intuiciones y percepciones contra las que solemos luchar.
- ¿La depresión posparto tiene que ver con esa parte oscura?
- Sí, con cuánto me dejó llorar mi madre, me pegó o me abandonó emocionalmente. Todo eso fue a parar al inconsciente y ahora que devengo madre aparece en forma de sentimientos confusos a los que, como son aterradores, intento dar alguna explicación y, como no la hay, aparece la depresión. Podré tapar y tapar, pero ante cada crisis vital volverán a surgir mis carencias.
- Entonces es una cadena.
- Sí, genealógica, hasta que una mujer valiente pone conciencia y rompe la cadena y aprende de sus propias carencias para no carenciar a su hijo. Porque, si no, es tal la vivencia de vacío que las madres rechazamos al niño para no sentir el vacío y el frío de la ausencia de contacto que nosotras vivimos.
- Muchas parejas se rompen cuando aparece el bebé.
- Cuando uno ha vivido historias de mucho amor, hay sitio para todos, y cuando uno ha vivido historias de desamparo, hay lugar para poquito. Pero hay otra cosa que sí sucede y de la que no se habla.
- Cuéntenos.
- Cuando una madre está criando, tiene toda su sexualidad puesta al servicio del bebé y no hay sexualidad disponible para el varón. En esos momentos críticos el varón no se siente amado y la mujer cree que ya no lo ama. No es verdad. El hombre puede vincularse a través del sostén y el amparo y estar masculinamente activo en el acto de cuidar.
- ¿Y si el padre está ausente?
- El gran problema es cuando hay un padre que está pero que no está realmente involucrado emocionalmente, porque la madre va a reclamar y no va a obtener. Sin embargo, cuando la madre está criando sola, pide ayuda.
- En todo caso, ser madre se complica.
- Tanto, que la sociedad va a tener que implicarse, porque todo bebé necesita una madre que esté amparada por muchas instancias. Tenemos que volver a inventar la tribu.
MUY ADENTRO
Por primera vez alguien me habla del lado oscuro de la maternidad, de cómo las necesidades impostergables del niño (amor, brazos, paciencia, cuerpo, mirada, comprensión, sostén) nos desbordan, de cómo afloran todas nuestras carencias infantiles y de cómo podemos enfrentarlas. Ha venido a dar una conferencia para Mares Doules y tiene publicados tres libros muy interesantes con Integral: “La maternidad y el encuentro con la propia sombra”, “Puerperios y otras exploraciones del alma femenina” y “Crianza, violencias invisibles y adicciones”. Analiza también el papel del varón y, en realidad, de la marcha del mundo, ya que para Gutman en la mayoría de nosotros habita un niño que sigue buscando afecto, a veces de forma brutal, sin ser capaz de reconocerlo.
Entrevista en La Vanguardia
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