miércoles, 5 de junio de 2013

El Adiòs a mi padre, los niños y la muerte.

Eva de meses de nacida en brazos de su abuelito.
Nunca le he temido a la muerte, por lo menos no a la mìa, mis miedos se enfocan al perder física y presencialmente a los seres amados, esos que nos iluminan los días, con quienes nos disgustamos y volvemos a rencontrar para asì ir fortaleciendo los lazos sean familiares o de amistad.
La gente tiene parámetros establecidos para dejar participar o no a los niños de la muerte de un ser amado, el común es esconderles el hecho tras telones de fantasìa que pueden confundir al pequeño.
Hace casi año y medio desencarnò mi padre a sus 87 años, pese a pasar su última treintena con padecimientos del corazón y los intestinos, su perseverancia y amor a la vida lo mantenían entre sus males fuerte y muy lùcido y claro en sus convicciones y decisiones, le gustaba cuidarse y se mantuvo activo y saliendo hacer sus diligencias hasta tres semanas antes de partir del mundo terrenal.
Mi papà cometió muchos desaciertos en la crianza de nosotros sus 10 hijos, pero a medida que me hacìa mayor muchas de sus buenas enseñanzas calaron en mi y eran parte de mi personalidad. Despues de ser madre aprendì a disculpar muchas de sus conductas mientras re-aprendìa entre literatura y grupos de crianza como educar a mi hija de una forma amorosa y deslastrarme de pesos emocionales heredados (como dice Louise Hay, somos victimas de  victimas). Èl no fue un padre cariñoso, pero si muy responsable, siempre preocupado por sus hijos aùn y cuando ya no viviéramos bajo el mismo techo, no nos regalaba abrazos pero si sabios consejos de vida, no nos prodigaba besos pero si nos heredò a la mayoría el amor al prójimo, a lo hermoso de ayudar y compartir con los demás, el amor a los animales, a las plantas, a la naturaleza y lo enseño no hablándolo ni dando sermones, sino con hechos.
Me avisaron a finales de Noviembre de 2.011 que mi padre estaba en una clínica, me dijeron que no era grave, que me quedara tranquila y me iban avisando las novedades, igual al otro dìa viajè a la ciudad donde està la casa materna, me llevè a Eva  de entonces recién cumplidos 4 años y llegamos directo a la clínica, pude verlo un rato y jamàs me pasò por la mente ni ese ni los días siguientes que esos días eran los últimos en la vida de mi padre. Todos los días que estuvo interno lo visité, las veces que pude burlè la vigilancia para que viera a su nieta, y vaya que valia la pena ver su cara transformarse con la sola presencia de Eva. Fueron 6 dìas en la clínica de los cuales dos estuvo muy incomodo en una unidad llamada “cuidados intermedios” donde en lugar de paredes tenía como unas cortinas que le quitaban la privacidad y eso para èl no era bueno y el ruido de la central de enfermera no lo dejaban descansar. Un hermano que es mèdico supo a los días por sus colegas y lo que arrojaban los exámenes clìnicos que mi papà iba a morir, no dijo nada, debe haber sido muy duro para èl saber que mi papà estaba por partir físicamente de nuestras vidas, yo como buena bruja lo descubrì y por supuesto no pude decirle nada a mi madre, sòlo lo compartì con un hermano, es una situación bien difícil, pero en mi fuero interno creìa en la sanación de mi padre, en su mejoría y que lo tendríamos unos años màs andando en nuestras vidas, entre sus matas, con sus temas y manìas que a veces nos costaba aceptarle.
Diez días estuvo luego en casa, lo cuidaba como a un niño, le cocinaba, lo peinaba, le compraba agua de coco que siempre le gustò tanto, mientras mi mamà estuvo siempre a su lado, casi todos mis hermanos pendientes de su mejoría. Mi hija Eva se portò a la altura, aunque a veces resentía mi cansancio y mi nerviosismo le hacìa cambiar carácter a ratos, pero luego volvìa a ser la niña de siempre, nunca le escondì nada, espero esto aleccione a quienes dicen que la tengo en una cajita de cristal, pienso que del amor que se le de a los niños ellos tendràn maneras de llevar lo que la vida les depare, es mi humilde opiniòn. Mi esposo viajò 5 dìas antes de partir mi padre, estuvo con nosotros y le diò mucha paz espiritual mientras le mostraba màquinas que papà decía que en Enero las querìa comprar, tal era su amor a la vida, pero al final nos dejó físicamente, Elvis sostuvo sus manos y lo escuchò decir “con que esto es la muerte”……….., y sabemos que Elvis estaba allì porque en ese momento fue su àngel y ninguno de nosotros iba a tener la fortaleza de escuchar a mi papà decir esa frase.
Papà fue un hombre de duro proceder, pero de alma noble, tanto que el Universo le permitió morir en paz, en su casa, en su habitación, rodeado de parte de sus hijos, tomando las manos de mi esposo entre las suyas primero y luego de las de mi madre, su compañera de camino por 57 años, mientras yo tomaba su otra mano y  mi hija Eva le cantaba la canción “los pollitos dicen”, que sabía le encantaba, ella observò y fue partìcipe de la partida fìsica de su abuelito, sin telones ni mentiras,  por primera vez en la vida tuve el valor de decirle a mi padre que lo querìa mucho, muchas veces. Pudo ver esos días a todos y cada uno de sus hijos, en mi alma queda el alivio de haber estado siempre presente a través del tiempo y que siempre pese a las diferencias volvì, una y otra y otra vez, sin orgullo y con el amor como bandera y a su partida pude literalmente entender que el corazón duele de verdad, jamàs he sentido tanto dolor en mi vida ante la partida física de alguien. El consuelo va llegando con el paso de los días, supongo que se aprende a vivir con la ausencia del amado, y gracias al Universo he tenido el apoyo y compañía de mucha gente, quienes de forma presencial, con mensajes de texto o en mi muro de face me han dado aliento, cada vez que Elvis me decía que alguien había escrito en mi muro era como sentir una càlida brisa en mi rostro, pero aùn no tenía ni las fuerzas ni ganas de volver al ciber mundo.
Mi padre en su juventud.

Papà: cuando escuchaba a tus sobrinos en el funeral hablar de tu cariño hacia ellos, de la complicidad, entendí que si nos criaste con “mano dura”  fue porque era como sabìas hacerlo, obraste asì errando pensando en hacernos “ciudadanos de bien” y se debe disculpar cuando se actúa mal por ignorancia, a tu partida no me debes nada, yo te adeudo tus enseñanzas en otras lides. Siempre fuiste un abuelo cariñoso con tus nietos, con Eva siempre actuaste con tanta dulzura,  nobleza y paciencia, entonces estos 4 años supe que detrás de esa aparente dureza estaba un padre cariñoso y bondadoso, sòlo que no sabìas hacerlo de otra forma y temìas “echarnos a perder”.
No quiero olvidarte, quiero que tu recuerdo impregne siempre mi vida y me guiès con tu luz desde donde estès, simplemente TE AMO por siempre………. Bendiciòn!!!!!!!!!!!!!!
Acá les dejo una guía que me llegó hoy, para hablar a los hijos de la muerte.

4 comentarios:

  1. Conmovedora historia. A mi me tocó hablar con mis hijos de la muerte cuando los adoptamos, ellos tenian 5 años y menos de 2 el más peque y su mamá biologica habia fallecido hacia un año y en la institución donde vivian hasta el momento no les habian dicho nada. Fue dificil ver el dolor del mayor, tratar de comprender. el chiquito no entendia pero aún asi los sentamos juntos y les hablamos del tema con todo nuestro amor y respeto hacia ellos y hacia ella. Creo que fue lo mejor que pudimos haber hecho, aunque no pensamos nunca hacerlo de otra manera, ya que siempre les hemos dicho la verdad de todo.
    Conozco una mujer que no soporta decirle la verdad a su hijo segun ella paraa evitarle un sufrimiento, asi que cuando al nene se le murió su mascota (un chanchito de la india) inmediatamente lo escondió y corrió a comprar el más parecido posible para que el nene no se diera cuenta, y claro que su hijo se dio cuenta que no era el mismo! aunque fisicamente fuera igual no se comportaba de la misma manera, pero ante la insistencia de su madre en quien el nene confiaba tanto, él pensó que algo raro le pasaba a su mascota que estaba tan raro. Cuando murió el perro le dijo a su hijo, quien ya tenia ahi 6 años, que el animalito se habia perdido, porque no podia reemplazarlo por otro igual, pero ella no podia soportar verlo sufrir decia asi que el mismo dia de la muerte del perrito salieron a comprar un cachorro para que se olvidara del anterior. Ella siempre sostuvo que hacia lo correcto y lo mejor por su hijo pero nunca le dio la posibilidad de comprender el proceso de la vida y la muerte, no le da la posibilidad de llorar, de entender que la vida no es siempre como nos gustaria y lo principal creo yo, que pasará cuando muera su abuelit@? ese niño no sufrirá más que aquel que pudo relacionarse directa y simplemente con los procesos naturales como parte de lo que somos?

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  2. Hola Flor, a veces los padres cometemos errores sin saber a ciencia cierta que podemos estar haciendo daño. Crecí en medio de engaños y mentiras, por eso siempre pensé en no engañar ni decir mentiras porque estas sólo son una capa que cubre la verdad. Puede ser doloroso para los niños, pero es sanador y liberador, la verdad cura.

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  3. Janeth, un fuerte abrazo... nos conocemos sobre todo por amigos comunes, pero hoy te siento un poco más cercana.
    Recientemente perdí mi embarazo, de 8 se manitas... cuando el médico me chequeó para decirme que mi bebé no salió adelante, me enteré que eran dos... y fue muy duro, lo más duro creo, transmitirle la noticia a nuestro hijo mayor, que tiene la edad de tu Eva, y estaba ilusionadísimo con su hermano/s... fue muy duro porque es algo muy difícil de explicara un niño de su edad. Que a veces los bebés están malitos en la tripa de mamá, y dejan de crecer, y se van con la sangrecita. No me arrepiento para nada de haberle hecho partícipe, porque como tú, creo que no se debe esconder a los niños de la vida, ni en las alegrías, ni en las penas.

    Qué suerte la de tu papá, quién no desearía esa despedida cuando llegara la hora... y que suerte la vuestra de poder proceder así como familia.

    Un abrazo muy fuerte

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  4. Tu relato me ha hecho llorar. Hace menos de tres meses perdí a mi madre. Ella se fue muy joven, con 55 años y sin que ni yo o mi hermana le hubiésemos dado un nieto. Yo ahora tengo 28 años y un deseo muy grande de ser madre antes de los 30. Me produce una tristeza infinita pensar que mis hijos o hijas no conocerán nunca a mi mamá y que ella no estará conmigo cuando me convierta en madre.

    Te mando un abrazo virtual muy fuerte.

    PD: Me parece maravilloso que tu hija pudiese despedir a su abuelo de esta forma , la más sana y más natural a mi parecer.

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